Gentes, vilipendia ha muerto. Larga vida a vilipendia.
Nos vemos en los bares.
11.1.07
16.12.06
Kira
Kira era la perra de... mi... ¿ex?
Era una pit bull que se creía caniche, a la que alguien se sentaba en el sofá venía corriendo a acurrucarse encima suyo, como si pesara cinco kilos. Tenía un peluche con una camiseta que ponía "Amigo" al que trataba como si fuera su bebé y dejaba que la madre de T. le pusiera jerseys viejos para andar calentita por casa. Permitía al periquito que se paseara por la casa subido a su lomo y, cuando era joven, antes de lesionarse la espalda, trepaba a los árboles del parque, hasta muy alto.
Ahora que sé que no está la voy a echar mucho de menos.
Me cago en blogger beta
No tengo palabras. No solo las opciones que te da para editar la blog son pocas y feas, sino que la gente no puede dejar comentarios. La ira me sale hasta por las orejas; maldigo el momento en el que le di al sí.
15.12.06
La. La, la, la.
Si mi catálogo hubiera sido tan extenso cuando el sr. mm escribió aquel post pidiendo (para variar, ejem) nuestra colaboración, no habría tenido ninguna duda. Mucho mejor que la colección de bragas, dónde va a parar.
De sentido o de sensibilidad
Probablemente Liverpool sería una ciudad inglesa más, con su comida de mierda y su friendly people; con su lluvia intermitente y su frío que no logran impedir que las chicas salgan de noche en minifalda, sin medias y con tirantes; sus chicos, tan pálidos, con pantalones pitillo y un deje apático; sus tiendas de ropa barata y sus autobuses de dos pisos. Si no tuviera a los Beatles.
Pero los tiene, y les saca provecho, los exprime de manera que casi parece un parque temático. Y a mí me parece fantástico, por supuesto; recorrer Mathew street arriba y abajo, The Grapes, The Cavern, Albert Dock y su museo.
Hace poco nadadora y lanueva discutían si se puede sentir añoranza por algo que no se ha vivido. Yo digo que sí. Que supongo que esta vena emocional absurda mía forma parte de la herencia genética de mi padre, que el hombre no puede evitar soltar una lagrimilla cada vez que un deportista, sea cual sea su nacionalidad, gana una medalla y le ponen su himno (siempre y cuando el atleta le acompañe en su emoción, claro), pero lo cierto es que al llegar a la parte final del recorrido por la historia del grupo, la parte en que a través de los auriculares escuchas el relato de una fan que vivió su última actuación, mientras miras sus objetos personales, sus instrumentos, las imágenes en las pantallas, lloré. Una chispita de nada, lo suficiente como para que la mujer que había junto a mí sonriera de medio lado y a mí se me subieran los colores. Es que algunas cosas consiguen que se me encoja un poco el corazón.
Más paciencia que un santo tiene a veces mi comandante.
Pero los tiene, y les saca provecho, los exprime de manera que casi parece un parque temático. Y a mí me parece fantástico, por supuesto; recorrer Mathew street arriba y abajo, The Grapes, The Cavern, Albert Dock y su museo.
Hace poco nadadora y lanueva discutían si se puede sentir añoranza por algo que no se ha vivido. Yo digo que sí. Que supongo que esta vena emocional absurda mía forma parte de la herencia genética de mi padre, que el hombre no puede evitar soltar una lagrimilla cada vez que un deportista, sea cual sea su nacionalidad, gana una medalla y le ponen su himno (siempre y cuando el atleta le acompañe en su emoción, claro), pero lo cierto es que al llegar a la parte final del recorrido por la historia del grupo, la parte en que a través de los auriculares escuchas el relato de una fan que vivió su última actuación, mientras miras sus objetos personales, sus instrumentos, las imágenes en las pantallas, lloré. Una chispita de nada, lo suficiente como para que la mujer que había junto a mí sonriera de medio lado y a mí se me subieran los colores. Es que algunas cosas consiguen que se me encoja un poco el corazón.
Más paciencia que un santo tiene a veces mi comandante.
11.12.06
Daisy la cobaya
Os presento a Daisy la cobaya.
Daisy llegó a mi vida (es un poner) con complejo de juguete rechazado, como una barbie a la que no le sienta bien el nuevo corte de pelo, con heridas en las patitas provocadas por unas uñas de trescientos sesenta grados y un miedo atroz al mundo que solo intuía a través de los barrotes de su jaula de setenta por setenta; centímetros, claro.
Antes de que la trajeran a su nuevo hogar se consultó mi opinión, que es que antes se pilla a un bichófilo que a un cojo, ya lo dice el refrán. A la vista está cuál fue mi respuesta, que yo siempre había querido tener un roedor pero a mi madre le daban grima, así que salimos todos ganando. Y es que, tras el primer disgusto por la visita al veterinario y al peluquero, que no me parecía a mí normal que un animalillo de estos, por mucho que pueda llegar a parecerse a esto, tuviera que tener esas rastas, y, sobre todo, después de perderle el miedo a la libertad, Daisy está ahora como unas castañuelas, e incluso ha aprendido a subirse a los maceteros y mordisquear las hojitas. Que luego ya está vilipendia para barrer todos los desperfectos antes de que llegue la señora de la limpieza, claro que sí.
Y yo que pensaba que estos animalillos eran tipo pez, sin capacidad de interactuación ninguna, no sabéis el alegrón que me llevo cada mañana al decir ¡buenos días, Daisy! y escuchar un ruidito parecido al que hacía mi bici rosa cuando frenaba flojito. Y es que, al final, todos nos vendemos por un poquito de amor. ;)
Daisy llegó a mi vida (es un poner) con complejo de juguete rechazado, como una barbie a la que no le sienta bien el nuevo corte de pelo, con heridas en las patitas provocadas por unas uñas de trescientos sesenta grados y un miedo atroz al mundo que solo intuía a través de los barrotes de su jaula de setenta por setenta; centímetros, claro.
Antes de que la trajeran a su nuevo hogar se consultó mi opinión, que es que antes se pilla a un bichófilo que a un cojo, ya lo dice el refrán. A la vista está cuál fue mi respuesta, que yo siempre había querido tener un roedor pero a mi madre le daban grima, así que salimos todos ganando. Y es que, tras el primer disgusto por la visita al veterinario y al peluquero, que no me parecía a mí normal que un animalillo de estos, por mucho que pueda llegar a parecerse a esto, tuviera que tener esas rastas, y, sobre todo, después de perderle el miedo a la libertad, Daisy está ahora como unas castañuelas, e incluso ha aprendido a subirse a los maceteros y mordisquear las hojitas. Que luego ya está vilipendia para barrer todos los desperfectos antes de que llegue la señora de la limpieza, claro que sí.
Y yo que pensaba que estos animalillos eran tipo pez, sin capacidad de interactuación ninguna, no sabéis el alegrón que me llevo cada mañana al decir ¡buenos días, Daisy! y escuchar un ruidito parecido al que hacía mi bici rosa cuando frenaba flojito. Y es que, al final, todos nos vendemos por un poquito de amor. ;)
Vínculos
Tras un puente entero en casa (es un decir) sin posibilidad de conectarme a internés, sigo sin haberles puesto al día de varios asuntos pendientes; amén de la pesadumbre por no haberme enterado de alguna cosilla en su momento, jo. Y como mi escalada hacia la navidad continúa imparable y con cada día que pasa las condiciones son menos favorables, pues me temo que tampoco va a ser hoy el día.
Pero me detengo un momento en mi ascensión, lo justo para coger aire y reponerme un poquito en mi campamento, mientras aprovecho para asumir que hay quien no va a volver a coger autocares hasta el año próximo, snif, para contarles que el otro día soñé que Paris, la gran Paris, venía a Barcelona como premio a un concurso que estropajosa había ganado. Y estropajosa me llamaba, abrumada ante semejante responsabilidad, ya que la rubia se tenía que quedar a dormir en su casa y su entretenimiento corría por su cuenta. Y nos la llevábamos a Razzmatazz, claro, qué mejor sitio para que la muchacha se pillara un pedete de esos suyos tan famosos y se marcara unos dancings. Normal.
Y ahora les dejo, que me vuelvo a calzar mis pies de gato y continúo trepando. Ains.
28.11.06
She's got a ticket to ride
Inmersa me hallo en la campaña navideña 06-07, así que no tengo tiempo para escribir, ni casi para comentar por ahí, espero que sepan ustedes perdonarme. Y eso que tengo cosas que contar. Tengo que hablarles de mi Daisy, por ejemplo. Y de la capacidad de cierta persona para coger autocares a horas intempestivas.
Y, a modo de apunte, decirles que mi Beatle favorito siempre fue Ringo, porque me parecía el más gracioso, el más guapo, con esa nariz.
Y que este fin de semana me voy a Liverpool. Je.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)