15.11.06

Lo que puedas dejar para mañana no lo vayas a hacer hoy

Hay que llamar al de la calefacción. Esta frase se repitió hasta la saciedad de septiembre a diciembre pasados en mi casa. ¿Has llamado tú? No, yo no. ¿Tú? Tampoco. Poco antes de navidad nos resignamos a pasar los rigores del invierno con la estufilla y mantitas de Ikea. Y eso a pesar de que pagamos una cuota de mantenimiento que nos quita una camiseta de H&M al mes, imagínense ustedes hasta el punto que llega la perrería y dejadez de los habitantes de villa vilipendiosa.
Este año (¡albricias!) llamaron ellos. Así, el sábado a las nueve y veinte, diez minutos antes de lo acordado y solo cuatro horas después de haberme acostado yo, llegó el señor técnico. Como la tarde anterior había habido pedo casero pre-salida de los buenos, con estreno de pie de micro incluido, el estado del piso era, digamos, peor de lo habitual; que sí que cabe, sí. Pero como una es muy digna, ponerme un pijamilla a corre-cuita, con los ojos cual mapache, decirle al hombre con mi mejor sonrisa que estaba en su casa y tirarme en el sofá a ver una peli fue tarea fácil. Que si mi madre llega a presenciar la escena le da un algo a la pobre. En un momento dado, al dirigirme a la cocina para calentarme un vaso de leche con nesquik, me quedé patidifusa al ver al señor sentado en el suelo desmontando el radiador del pasillo, tan impasible él, tan profesional, con Jeffrey a dos palmos mirándole fijamente a los ojos y meneando la cola como un poseso, en un intento de hipnotizarle, y a Acho directamente apostado en su regazo, regalándole unos lametones como reconocimiento a su tarea. Tranquila, no me molestan... Hombre, no sé, ¿quiere decir? De todas formas, el sensor de posibilidad de acurruque de mis canes se despertó poco después, al caer yo en las redes de un sueño resacoso, y dejaron al hombre desempeñar su trabajo en paz.
Cuatro horas se tiró en casa, tiempo durante el cual no dejó de sonreír ni un momento, de hacer comentarios amables, incluso de dar algún que otro consejo laboral a mi primo el rastas, mientras éste experimentaba, envuelto en una nube de humo denso, con el nuevo juguetito (juguetazo) musical de mi hermano. Y eso a pesar de que tuvo que entrar en todas y cada una de las habitaciones, con el comandante trasladándose de cama en cama a medida que el otro iba ganando terreno. No te preocupes, que yo sé lo que es trabajar de noche... (¿?). Él solito encontró el trapo y la fregona que necesitaba, el pobre, por no molestar. De los ocho radiadores desmontó seis enteros, les cambió las piezas necesarias, los dejó listos para la acción.
Anteayer descubrí que los otros dos también pierden agua. Hay que llamar al de la calefacción, le dije a mi hermano.

8 comentarios:

Celestina dijo...

ME ENCANTO TU POST DEL PERRO... YA SABES Q YO SOY DE GATOS. TAMBIEN SE TU CIRCUNSTANCIA. LOS PERROS SIEMPRE REQUIEREN MAS ATENCION. ESTA NOCHE ME DESPERTE CON LA CARA DE MI GATO EN LA MIA, DURMIENDO. INCREIBLE, ESE BICHO ES TAN SIGILOSO QUE SE ME DUERME ENCIMA Y NI ME ENTERO.
BESITOS!

Anónimo dijo...

Suerte dar con un señor bien amable. Cuando vivía en Barcelona en mi añorado piso comunitario, estas gentes eran invitadas a café y se las trataba con toda amabilidad, pero fue mas de uno el que al entrar y ver el panorama de rastas y decoraciones "turbias" cambió su sonrisa por un aspecto insoportable de ranciedad, y de su boca surjieron brotes despectivos!!! suerte pues la tuya pese a todo!

nadadora dijo...

De perrería y desidia mejor no digo nada.
Si es que las cosas con gente amable, mucho mejor. (Distinguir de falsos amables y demasiados simpáticos).

vilipendia dijo...

celestina, sí, más atención sí que requieren, sí. De entrada hay que pasearlos, lo que a veces es un auténtico coñazo. Pero compensa, claro.

trapecista, pues sí, pobre hombre, la verdad es que fue encantador, y ni un café me aceptó siquiera. (Brotes despectivos, qué fuerte).

nada, sí, mejor. (Yo a los demasiado simpáticos los calo al nanosegundo. Qué horror, prefiero al estúpido mil veces, dónde va a parar).

tartarugueta dijo...

hehehehehehe, a mi piso hubiera pasado lo mismo!! LO MISMO! esas tareas son terriblemente aburridas!!

vilipendia dijo...

Pues anda, sra. robinson, para compartir piso estamos nosotras dos...

Milagritos Takamori dijo...

Qué saleroso el de la calefacción, si me das su teléfono lo llamo yo también. Sería práctico, porque yo hace tiempo que no encuentro ni trapos ni fregonas en esta leonera...
Me han dicho que eso es lo que significa saudade en portugués, que no es una simple tristeza (pero el que me lo dijo era portugués militante). También una ucraniana me dijo que en su lengua se podía expresar el concepto de nostalgia de algo que nunca sucederá, una especie de concepto a mitad de camino entre el se pudo y no se podrá. No sabría aclarártelo mejor, lo siento. Pero ahora me ha entrado la curiosidad, haré una investigación y te comunicaré los resultados. Un beso

vilipendia dijo...

srta. romana, pues si quieres cuando le llame (je) le digo que se pase por tu leonera...
Pues mira, lo del portugués yo también lo voy a investigar que tengo una nativa cerca. Respecto a lo otro, pues no sabes lo que te lo agradezco, oye, que yo me pirro (ojo, me pirro) por estas cosas. Te devuelvo el beso.