14.6.06

Say Johnny Cash again!

Mi primer amor llegó en sexto de EGB. Se llamaba Enric y era muy guapo, creo. Era un niño muy moreno de mi clase que tenía grandes aptitudes para las artes plásticas: una vez talló un duende con una pastilla de jabón Lagarto para la clase de manualidades. También era muy ágil: entre otras cosas, podía dar volteretas en el aire sin coger impulso. Y sabía hacer un ruidito así como de búho soplando suavemente en las palmas de sus manos ahuecadas, lo hacía muy a menudo, y yo me quedaba embobada, me resultaba de lo más encantador. Tenía unas Nike amarillas y lilas que su madre le ponía con unas bermudas de color caqui y una camiseta que combinaba con las bambas. Los sábados por la mañana, a eso de las once, cuando acababa la Princesa caballero, me venía a buscar para ir a dar una vuelta por el barrio, al parque casi siempre, y prácticamente no hablábamos en todo el rato. Él hacía cosas de niño que a mí me dejaban totalmente fa-fa-fa-fa-fascinada, yo me comportaba como lo que era, una niña pánfila, cosa que no sé si a él, por su parte, le fascinaba también (ahora, con la perspectiva que dan los años, me imagino que sí). Y poco más recuerdo de él, salvo que me destrozó el corazón durante unas colonias en una granja escuela: la última noche, la noche en que los monitores nos montaban una discoteca en el comedor, le dijo a su amigo Jordi que le dijera a mi amiga Marta que me dijera que ya no éramos novios.

Triste ¿verdad? Bueno, lo he superado. La razón de este flashback ha sido que, por absurdo que pueda llegar a parecer (y creedme, lo va a parecer), este fin de semana pasado, tras tantas hojas arrancadas al calendario, tras tantas duricias a base de roces en el corazón, volví a sentir que el pecho se me dilataba por amor, y volví a quedarme alelada mirando al objeto de ese amor, exactamente de la misma forma en que me sucedía a los once años, pero casi veinte años después. Y no, no era al comandante a quien estas atenciones estaban dirigidas. No en esta ocasión. Era a él:



Os lo dije. Os avisé de lo absurdo de la situación. Pero es que estoy enamorada, qué le voy a hacer. Y ahora, sin más dilación, podéis empezar a tirarme huevos vía imeil.

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