Yo antes odiaba las alcachofas, y sin embargo ahora me pirran. Lo mismo me pasó con las setas y los champiñones, con las lentejas y los berberechos. Claro, que también hay cosas que por más que lo intente no consigo que me gusten, como los espárragos blancos o la tarta de manzana, pero vaya, en general soy bastante dada a cambiar de opinión y de gustos; "chaquetera", dirán algunos; "abierta de miras", digo yo, que aquí el que no se consuela es porque no quiere.
El caso es que creo que este factor de mi personalidad ha sido decisivo a la hora de desarrollar cierta tendencia a seguir la moda en lo que a indumentaria se refiere. Durante mi adolescencia, como creía que no tenía personalidad, necesitaba de mi imagen para expresarme, y fui pija, jipi, "fiestera" y, finalmente, gracias a dios y a Kurt Cobain, grunge. (Sospecho que el hecho de que en cada una de esas fases saliera con un muchacho distinto también tuvo algo que ver con tanto cambio). De esta manera, cosas que un mes antes, qué digo un mes, unos días antes tan solo, me parecían horrendas de repente se pueden convertir en mi oscuro objeto de deseo. Así: ¡chin!
Y si, a estas alturas de la película, los 80's renacen de sus cenizas cual ave Phoenix, ains, no voy a ser yo la que se limite a unas bonitas All Star. Ja. (Que también, claro). Si para ser moderna hay que ser hortera, pues bien, servidora será la más hortera del lugar. Y en eso ando.
15.6.06
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