8.6.06

Qué vida perra

Leo este post de estropajosa y, aparte de descojonarme viva, pienso "Qué razón tienes, bandida". Y es que somos dos madres coraje, coño; el que no tenga perros, así en plural sobre todo, no sabe de lo que estoy hablando. Sacar a pasear a un par de canes, aunque sean tamaño micromachine como los nuestros, en una gran ciudad, puede ser muy duro: peléate (o no) con las viejas a las que les molesta que pisen el césped, con las madres que creen que tu pequinés de cuatro kilos es un pit bull camuflado y se va a zampar al monstruo de su hijo en cualquier momento, con los dueños novatos (que tendrían que llevar un dorsal con una L para poder ser reconocidos) que llevan a la perra en celo al parque o ponen el grito en el cielo porque tus perros le gruñen al suyo... Y si tus padres se van de vacaciones y te dejan a su chuchilla durante dos semanas, la cosa se complica más aún.
Yo he vivido siempre en el mismo barrio, en el mismo edificio, en el mismo piso. Y cuando digo siempre quiero decir siempre. Eso implica ser conocida por todos. Normal. Han visto crecer a mi madre, a mis tíos, a mis primos, a mi hermano... Me han visto con mi primer novio, con mi primer piercing, con mis primeros tintes de colores, con mis primeras plataformas, chispas... Ahora, claro, conocen a mi novio, saben que vivimos juntos, saben aproximadamente mi edad (tic-tac, tic-tac, hace el reloj biológico).
Me levanto quince minutos antes de lo habitual, que ya es, despierto al comandante ("Aguántala, que no baje"), hago pipí, me planto lo primero que pillo y corriendo a la calle, la perra en una mano, evitando que toque el suelo en ningún momento, y las correas extensibles en la otra. Con un look capilar peligrosamente similar al de Joaquín Luqui, las legañas impidiéndome abrir los ojos, con una chancla de cada color (verídico, lo juro). En el hueco del árbol, "¡Venga! Haz un pipí ahí". Y la otra, con la vejiga a punto de explotar tras ocho horas sobando, pues lo hace, claro. "¡OLE, OLE, OLE! ¡Qué guapa! ¡Ha hecho un pipí! ¡Toma un premio, Frida! ¡Acho! ¡Jeffrey! ¡La Frida ha hecho un pipí! ¡Un premio!" (que es que hay que andarse con ojo con el tema celos, que no está el horno para bollos...)
De esta guisa, una vueltecita a la manzana, luego el comandante cuando se levante ya los bajará los tres cuartitos de hora pertinentes. Y en ese espacio de tiempo, de tres a cinco veces: "No..." Que estoy por colgarme un cartel tipo hombre-anuncio: "El cachorro no es mío. Sólo hago de canguro. Gracias por su interés." "Sí, sí, sí. Es muy mona".
Si esto no es tener humor, que venga dios y lo vea.

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