Odisea en despeñaperros

En contadas ocasiones, por compensar, supongo, los malos ratos, las noticias pueden hacerle a una sonreir. Eso fue lo que me pasó ayer al mediodía, en telecinco.
Un grupo de pensionistas jienenses se disponían este domingo a emprender un viaje cuyo objetivo era pasarse una semanita en un balneario gallego, a la bartola. Para ello iban a desplazarse en un autobús que el centro de día al que acuden había contratado. Ya desde el principio notaron algo raro en los conductores. Pero aún así se subieron, tan ávidos de vacaciones estaban . A medida que avanzaban, era cada vez más y más evidente que, efectivamente, los tipejos no estaban en condiciones de ir ni del bar a casa, mucho menos de atravesar despeñaperros en un día de niebla. Así que uno de los jubilados, ex guardia civil (de ahí su arrojo y su capacidad de decisión) avisó por el móvil a sus antiguos compañeros, ¡tras 80 kilómetros recorridos! Después de ese acto heroico, la rutina. Bueno, rutina informativa (¿quién avisaría a los de telecinco del suceso? ¿y a quién le tocó pringar y subir a lo alto del puerto de montaña?), que no para los abuelos. Qué regocijo en sus caras. Qué ilusión en sus velados ojillos, sólo de pensar que iban a salir por la tele. Todos tenían algún dato que añadir. Todos habían visto algo que los demás no. Todos se empujaban para aparecer en el plano. Al final fueron al balneario con otra compañía, pero estoy segura de que no sacarán una anécdota como ésta ni aunque se queden un mes.