22.5.06

Reafirmándome

Ayer fuimos a ver a nuestro sobrino nuevo, que ya está en casa, y lógicamente vimos también al otro, M, de tres años y medio de antigüedad. Yo no entiendo mucho de niños, pero por lo que sé de perros y de personas en general diría que M no lo lleva muy bien. Da hasta un poquito de miedo, pobre, le ha salido una vena sicótica de tres pares de narices.
También es verdad que la criatura se altera un poco cuando va gente a su casa a quien no ve a menudo, pero lo de ayer fue un poquito más que una ligera alteración. Estaba el crío corriendo por el comedor, saltando y pegándole patadas a su tío el comandante. Hasta aquí, todo normal. En una esquina de la sala estaba su hermano recién amamantado metidito en su capazo, con su abuela cantándole Frère Jacques, dormez-vous. De repente, el príncipe destronado se percató de la movida, se acercó corriendo y le gritó a pleno pulmón en su orejita "¡DING, DANG, DOOONG!" (que es el final de la canción). Luego empezó a decir "¡gilipollas! ¡coño! ¡joder!", riéndose como un loco. Yo estaba acojonada. Su otra abuela me contó que el otro día volvía M del cole y al entrar se la encontró en el sofá con el pequeño en brazos. Parece ser que al verla, el niño se frenó en seco, le espetó "¡PUTA!¡PUTA!¡PUTA!", y se fue corriendo.
Pues eso, que paso de más machos alfa.

Para compensar, supongo, esta mañana en el metro (dónde si no) iba yo sentada en los asientos agrupados de tres en tres con un señor negro al lado. Negro, negro, nada de marrón oscuro. Al cabo de un par de paradas se han subido una madre y su hijo, de unos cuatro años. Iban delante nuestro, de pie, y el niño miraba embobado al negro. Cuando ya no ha podido aguantarse más: "mamá, ese señor es del Barça", y ella, poniendo cara de Ay, madre: "no, cariño, ese señor no es Eto'o...". No le ha convencido, eso seguro, porque el crío, ni corto ni perezoso, se ha dirigido con decisión hacia el asiento libre que quedaba al otro lado del señor negro, ha trepado a él y le ha dado unos toquecitos en el brazo con su dedito. El señor negro ha levantado la vista del periódico gratuito que estaba leyendo, sorprendido, y ha mirado al intruso. "¿A que usted es del Barça, señor?", le ha dicho. "Eeeeeh.... sí, claro". "¿Lo ves?", a su madre, triunfante. Y, antes de descender del asiento y volver con ella, le ha plantado un beso al señor en el brazo, lo que tenía más a mano. Y el señor negro, la madre de la criatura y yo hemos estallado en carcajadas.

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