Esta mañana mientras paseaba a los perros iba pensando en mi abuela. He pasado por debajo de su casa y la he recordado asomada al balcón, despidiéndome cuando me iba al cole con mi trenza bien prieta. Y, al llamar a Jeffrey impacientemente para que volviera a entrar en casa, le he gritado "¡yaya!".
Cuando yo tenía seis años mi abuela enviudó y yo me fui a vivir, temporalmente en principio, a su casa, que estaba y sigue estando justo delante de la de mis padres. Así que tenía dos casas. No recuerdo mucho ni a mi abuelo ni su muerte, sólo guardo la sensación de ¿miedo? que tuve al descubrir que los mayores también lloraban.
Mi abuela y yo dormimos en la misma habitación hasta que entré en la adolescencia. Qué tonta fui. Cuando era niña, me metía en su cama (que era pequeña, igual que la mía) y ella nos cubría a las dos completamente con las mantas, que pesaban mucho, y me achuchaba y se inventaba historias. "Ay, esta pobre niñita..... Caminando sola por las calles, con el frío que hace, y lo que llueve.... ¿qué te ha pasado, niñita? Ayayayayay...". Y yo nunca contestaba. Me quedaba dormida así, aplastada contra sus tetas, oliendo en su camisón los jaboncitos de colores que colocaba en los armarios a modo de ambientador, dejando que me meciera. Y sintiéndome segura, más segura de lo que nunca más he vuelto a sentirme.
11.4.06
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13 comentarios:
Qué bien lo has contado. Y que historia más bonita.
Ay, gracias. Que me he puesto tonta.
Lo que es, es.
Si es que no hay nada como una abuela.
Me ha encantado tu historia... una yaya es una yaya.
Ahí le has dao...
yo también tuve abuelita, aunque no mantuve relaciones colchonales como tú. Murió un mes antes que mi padre y sólo entonces descubrí lo magnífica que era. Suele pasar no? Un abrazo y un olé por las superabuelas! :P
Véase el primer comentario. Yo echo mucho de menos a mi abuela. Y a su hermana, que era como mi otra abuela. Ay.
Hola marca. Nada, sólo quería saludarte amablemente, porque en realidad éste es uno de esos posts que provocan comentarios difíciles de contestar.
Pero hola.
Saludo amable amablemente recibido. :)
Pues no hace falta que los contestes :) Pero muchas gracias, igualmente.
Te olvidas de unos curiosos artilugios de plástico tallado que había colgados de las barras de los armarios. Esos también olían bien...
¿Te refieres a unos ganchos de los que pendían objetos de plástico tan curiosos como conchas marinas o pajarillos, que al abrirse descubrían un montón de perlitas olorosas? ¡Pues es verdad, se me habían olvidado! Es que la yaya era un poquito adicta a avón, el que llama a tu puerta.
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