27.1.06

D.

Yo tenía un perro. Ahora tengo dos. Pero el primero ya no está; estos son semi-nuevos, todavía están poquito usados.
Mi primer perro era D. Era imponente. Con sus 10 kg. de transtornos maníaco-depresivos nos tenía a todos a raya. Pero especialmente a Mi Hermano el Gañán. Era algo visceral, le odiaba. Para poneros en situación os diré que D., además de estar castrado, se pasó la mitad de su vida tomando un barbitúrico diario. Y aún así, nadie estaba seguro si D. se despertaba bruscamente de una siesta, o si de repente decidía, tras dar los saltitos y grititos de alegría pertinentes, que no, que en ese momento no le apetecía salir a la calle, que si acaso ya avisaría él cuando le fuera bien.
Pero lo del Gañán no tenía nombre. Si, por ejemplo, yo discutía con él y él alzaba la voz, le mordía. Si yo discutía con él y yo alzaba la voz, le mordía. Y si yo discutía con mi madre en casa de mi tía la calva (no tengo ninguna tía calva, mi apellido me lo prohíbe) sin que el Gañán estuviera presente, se ponía a dar vueltas como un loco con un chorrillo de baba rabiosa colgándole del hociquito, buscándole.
Sí, era un tanto peculiar mi D. Vivió doce años, y creo que el día que se murió fue la última vez que vi llorar a Mi Hermano el Gañán. Claro, el roce hace el cariño, y él tiene cicatrices que lo demuestran.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué grande ese D. Se merece una sección para él solito. Queremos más!!