¡Por fin en vos!

El otro día, ejerciendo de guía turística con mi primo (es un decir, que yo en la parte nueva de la ciudad estoy perdida), llegamos hasta uno de los muchos centros comerciales que hay aquí. Uno que yo no había pisado todavía, y que seguramente hubiera seguido sin pisar si no llega a ser por tres letras rojas que divisé desde la lejanía: H&M. Total, que acabó pasando lo que pasa cuando te acercas demasiado a uno de estos antros de perversión, que acabas "dando una vuelta". Y esas vueltas tienen un epicentro al que irremediablemente suelo verme arrastrada, como si de un ciclón tejano se tratara: ese paraíso francés en el que puede uno saciar sus inquietudes de ocio. Ay, qué tentaciones. Muchas, muchas tentaciones. Tantas, que opté por ignorarlas todas, que es que no podía ser. Hubo una en especial; una que volví a dejar en su estantería con dedos temblorosos, con todo el dolor de mi corazón, con un "volveré a por ti" en los labios...
Ayer por la tarde, al llegar a casa, mi primo y su amigo ya no estaban. No dramaticemos, están de vacaciones en Florencia y vuelven aquí el sábado. Encima de mi mueble verde, con una etiqueta que rezaba "Felicitats" en el cierre del envoltorio, había ¡esto!
Y ahora, el que tenga un primo/a (o cualquier tipo de pariente) más adorable que el mío, y pueda demostrarlo, claro, que levante la mano.