En mi casa convivimos tres tipos de seres vivos. Y no puede entrar nadie que no pertenezca a una de esas tres especies, no porque seamos xenófobos, ni mucho menos (con lo de moda que estuvo esa palabra hace unos años, y hoy en día casi no se usa. Ya no hay xenófobos, y si los hay, supongo que no salen de sus casas). Sencillamente morirían.
Una de las especies aclimatadas al viciado entorno son los seres humanos sin asma. Aquí hay demasiado polvo como para que un asmático pueda respirar. Y la niebla nocturna producida por la combustión del tabaco y otras sustancias es demasiado densa. Dentro de este grupo nos encontramos el Gañán, el Comandante, la Flamenca, el Rasta y una servidora, con alguna que otra aparición estelar.
Otro animal que ha sabido evolucionar para sobrevivir es el perro. En este caso los perros. Ellos están encantados. Siempre encuentran algo tirado por el suelo, ingerible o despedazable. Y por las noches duermen súper bien.
Pero sin duda, el ser vivo que mayor capacidad ha demostrado para enfrentarse con las trabas que le pone la vida en este nuesto hogar es el Bambú del ikea. Miradle si no. Observad qué lustre, qué brotes, qué tamaño.
Supongo que los habreis visto en la sección de plantas de ikea, llegando a la salida, cuando ya llevas tantas chorradas en el saco amarillo que te da igual añadirle un par más. Unos tronquitos verdes con un par de hojas en el extremo superior. Pues mirad en qué pueden convertirse sometiéndoles a un entrenamiento exhaustivo consistente en corrientes de aire, humo a discreción y meses sin rellenarle el jarrón (lamento no poder ofreceros esa imagen. Supongo que el Gañán ha sufrido recientemente un ataque de compasión).
Y éste es todo el catálogo que tenemos disponible. Y no creo que lo ampliemos por el momento; bastantes disgustos nos hemos llevado ya. Como el otro día, limpiando la parte alta del mueble, allá donde la vista no alcanza si no le pones mucho empeño. Esto fue lo que encontré.
Por si no lo reconoceis, os diré que esto es un cadáver de cactus. Posibles causas de la muerte: desidia y depresión causada por la fealdad del recipiente. Vamos, que se dejó morir.
24.2.06
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6 comentarios:
Pues tu casa tiene su puntito ehh? Vamos, sería intenresante como prueba de estudio cientifico...
Y digo yo Vilipendia...y si patentaras el Prozac para cactus? Oye, q te podrias forrar. A mi con tal de que me des un 3% por ciento de comisión por darte la idea me basta nena.
Un beso!
P.D: He sido la primer, he sido la primer (empieza tu tambien a pensar en premio)
Nunca pensé que el bambú del Ikea pudiera alcanzar esas proporciones, yo pensaba que era un artículo de muerte pronta y segura, aunque a lo mejor es justo por eso por lo que se ha adaptado tan mutante a tu casa. No sé yo.
(Grr,ahora no dices nada de la diferencia horaria, ¿eh?, excusas baratas...)
Dios mio, nadadora tiene q estar muy mal. Un Viernes a las 00.04 escribiendo un comment (jejeeje). Será q está enferma de amor y no quiere salir de su cama por eso?? Yo me he enfermado varias veces asi (jiji). Bromas aparte, mi diferencia horaria a veces, solo a veces, se pone a mi favor...
Besos!
Yo creo que lo que le pasa al pobre bambú es que intenta llegar a la ventana (que no se ve, pero se intuye a la izquierda de la foto) para respirar aire fresco. Por eso ha crecido tanto, en un intento desesperado por escapar de ese antro.
Muy bien, muy bien, ése es el espíritu que me gusta, competitivo...
Tu explicación podría ser acertada, fili. Eso también explicaría por qué el de mi madre, maestra jardinera, sigue exactamente igual que cuando lo compró, hace ya unos años. El ambiente es tan aséptico y acogedor que no quiere salir.
Exacto.
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