Cómo mola que un libro te haga llorar, ¿no? A mí siempre me embarga la tristeza cuando estoy a punto de acabar algo que estoy disfrutando, como cuando llega septiembre. Y no os quiero contar lo que he sentido al enterarme de que estoy a punto de leer esto, madre mía. Qué choque de sentimientos.
A lo que iba, que en ocasiones no es imprescindible que un libro cuente una historia tristona; a veces emociona más el hecho de que el autor te haga ver algo que nunca habías pensado, o te cuente algo que ya sospechabas y no habías encontrado la manera de expresar. En fin, que hoy he acabado el mundo feliz y ya veis cómo estoy. Y hay que disfrutarlo, que no pasa muy a menudo.
(Tened cuidado con lo que deseais, no vaya a ser que se cumpla.)
27.2.06
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5 comentarios:
Versión abreviada: ¿no has cerrado nunca un libro cuando ya el final es inexorable, como para retrasar, pero lo has abierto enseguida otra vez? Qué vértigo (y choque).
Yo no. Si ya falta poco, acelero para pegarme un subidón por sobredosis antes de que todo acabe para siempre.
A mí me pasa como a ti, nadadora. Cuando veo que sólo quedan dos o tres páginas, leo despacito, para que dure más. Ya ves tú qué tontería.
Joer! Me está pasando lo mismo con el Contranatura de Pombo; despues de casi dos meses leyendólo estoy terminandolo y voy lentísimo porke no kiero ke nunca llegue el final. Y es ke es pedazo obra maestra.
Me lo apunto, señor mm.
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